fuente: www.clac-comerciojusto.org
Este año, en conmemoración del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con el lema Generación Segura y Saludable, la Organización Internacional del Trabajo-OIT, nos recuerda que, para poner fin al trabajo infantil, entre otras acciones, hay que promover que los adolescentes en edad legal para trabajar lo hagan en condiciones seguras. Según el reciente informe de la OIT Mejorar la Seguridad y la Salud de los Trabajadores Jóvenes, a nivel mundial “un 49,3 por ciento de los adolescentes de entre 15 y 17 años de edad que participa en trabajos peligrosos lo hace en la agricultura (OIT,2017b)”.
Este es un reto también para las organizaciones de Pequeños(as) Productores y Productoras agrícolas del Comercio Justo, las cuales buscan: por un lado promover la inclusión de las generaciones más jóvenes para que pueden adquirir las habilidades, conocimientos y experiencia necesaria para su progresiva incorporación en la agricultura; por otro lado, y en cumplimiento con los estándares del Comercio Justo, evitar todo trabajo peligroso, entendido como aquel tipo de trabajo que, por su naturaleza o las circunstancias en que se lleva a cabo pueda poner en peligro su salud, seguridad o moralidad del adolescente.
La exposición a agroquímicos, el uso de herramientas peligrosas/cortantes y de maquinaria pesada, el traslado de cargas pesadas, los movimientos repetitivos o trabajar largas horas bajo el sol, son algunos de los peligros presentes en nuestro sector y que con mayor frecuencia son mencionados en los listados de trabajo infantil peligroso de las legislaciones de nuestros países. Es por eso que, dentro de la estrategia de CLAC para abordar el trabajo infantil, promovemos en diferentes rubros y países que se realice un inventario de: 1- aquellas tareas que son consideradas peligrosas y 2- aquellas tareas consideradas ligeras y que por ende se pueden realizar ya sea por adolescentes en edad legal de trabajar (15 según el estándar Fairtrade), ya sea por adolescentes menores de 15 en el marco del trabajo formativo familiar.
Un claro ejemplo de ello es el trabajo llevado a cabo en Colombia, donde en el año 2017, 40 Organizaciones de Pequeños(as) Productores y Productoras de café y banano, llevaron a cabo un análisis de sus procesos productivos y los peligros presentes: empezando por un pilotaje en campo en 6 pequeñas fincas de banano en el Magdalena y en 4 pequeñas fincas de café en el Huila, luego se llegó a un consenso en un taller nacional. Además, participaron en una sesión de consulta nacional liderada por la OIT y otras consultas virtuales, donde aportaron sus insumos al Gobierno, haciendo incidencia en la revisión de la ley que define el trabajo infantil peligroso. La misma incluía anteriormente a la totalidad del sector agrícola como sector prohibido para los menores de 18 años. En el proceso de consultas, las organizaciones pudieron visibilizar que ciertas tareas sí son adecuadas y seguras a partir de ciertas edades.
Según Alejandra León, profesional especializado de la Dirección de Derechos Fundamentales del Ministerio de Trabajo:
La organización de comercio justo ha sido muy importante durante la modificación de la antigua resolución 3597 debido a que era importante abordar el tema desde el sector agrícola. Sabemos que la organización tiene una capacidad institucional en los territorios en Colombia y esto le ha permitido conocer de primera mano la realidad de la población campesina, cuáles son sus necesidades, en qué actividades deberían desempeñarse los adolescentes trabajadores entre 15 y 17 años. Esto nos permitió tener una visión más clara y una perspectiva de cuáles deberían ser las actividades que los adolescentes desempeñen en la ruralidad, considerando que las dinámicas son diferentes a las de las urbes. Y eso quiere decir que requeríamos de un apoyo permanente de las organizaciones que tienen contacto en la ruralidad. De esta manera el aporte de CLAC fue determinante porque nos permitió considerar qué actividades podrían ser permitidas, sacar una nueva resolución que es la 1796 de 2018, y ayudarnos a sacar el sector agricultura de dentro de las actividades peligrosas para adolescentes. Esto enmarcado también en la necesidad de incentivar el campo, de dejar ese sesgo que tenemos en donde el campo se está envejeciendo y no estamos aportando nada nuestro.
Otros análisis similares de diferenciación entre tareas ligeras y peligrosas, se han llevado a cabo en el rubro caña de azúcar en Belice y Paraguay, así como en el rubro café en Costa Rica, México, Guatemala y Perú.
Ahora bien, sabemos que llevar esos análisis es un primer paso para reconocer la diferencia entre trabajo infantil y trabajo permitido. Otro paso a seguir es de lograr mejorar la salud y seguridad y minimizar ciertos peligros, así como una concientización hacia las familias de productores y productoras para que reconozcan qué tareas pueden o no pueden realizar sus hijos/as y trabajadores adolescentes y lo apliquen en la práctica.
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